Educar sin gritar: Casi todos podemos reconocer que el gritar a los niños no es un buen método educativo, sin embargo, en el día a día es una práctica frecuente: “No me gusta gritarle, pero sólo así me escucha”, “Le hablo tranquilo hasta que me saca de mis casillas y entonces vienen los gritos”, “Ya sea con gritos o como sea va a obedecerme”, “No me doy cuenta y le grito, luego me siento mal” “Sabe que le grito, pero no pasa nada, al rato estamos bien”…son algunos de los argumentos que usamos los padres cuando gritamos a nuestros hijos. Yo misma he utilizado algunos.
No queremos gritarles, pero lo hacemos. Se trata de una mala práctica que debemos proponernos eliminar, por nuestro equilibrio y por el de la familia.
Educar sin gritar: 10 Razones para no gritar a nuestros hijos
Por eso, te muestro 10 razones por las cuáles no deberías gritar a los niños y las consecuencias que tienen para ellos:
- El acto de gritar implica que no nos oyen. Solemos hablar fuerte o gritar cuando hay mucha interferencia o la persona está lejos, por eso, cuando gritamos a los niños les estamos mandando el mensaje de: Sé que no me escuchas, por consiguiente, efectivamente ¡no escuchan!
- Con el tiempo los niños se “habitúan” a los gritos. Cuando solemos recurrir a los gritos de manera continuada, los niños simplemente aprenden a desconectar (puede ser como autodefensa) y no nos oyen, lo que implica subir aún más el tono de voz o recurrir a amenazas más duras.
- Gritar no aumenta nuestra autoridad, la debilita. Sabemos de sobra que el que grita más alto en un grupo, no es el que manda, sin embargo, recurrimos a este recurso como una manera de hacer ver nuestra autoridad, pero nada más alejado de la realidad. Gritar es la forma menos eficaz de mandar, pues deteriora nuestra condición de líderes. Los niños tienden a tomar distancia y pierden sus deseos de ser guiados y ser aconsejados por unos padres que les riñen y gritan constantemente.
- Gritar implica una amenaza, no una petición. Los gritos suelen venir acompañados de amenazas, descalificaciones, chantaje, por lo que no estamos pidiendo a nuestro hijo una acción determinada. Hemos dejado de escuchar y comenzamos a exigir con amenazas ¡Como no recojas tus juguetes.!
- El gritar pone a la luz nuestra falta de autocontrol. Solemos gritar cuando estamos muy enfadados y/o cuando la paciencia se ha agotado. A veces tiene que ver la situación generada por el niño y otras veces no, sólo es una manera de descarga. Sea en uno y otro caso, mandamos el mensaje de que la situación está fuera de control y que el niño lo ha generado.
- Los gritos activan la obediencia por el miedo. Muchos padres recurren a los gritos debido a que creen que es la única manera que el niño reacciona, sin embargo, el niño termina obedeciendo por miedo, no por un interés genuino de cooperar o que entiendan nuestros argumentos.
- Los gritos suelen generar emociones negativas. Los gritos pueden desencadenar a su vez gritos por parte del niño u otras reacciones como ira, violencia y en otros puede provocar rencor, culpa o sentirse víctimas.
- Los niños aprenden a manejar otras situaciones sociales a gritos. Los niños que les gritan sus padres es más fácil que terminen resolviendo sus conflictos gritando, convirtiendo esto en una cadena.
- Gritar interfiere en la comunicación con el niño. Un niño se acerca naturalmente a aquel adulto que le proporciona cariño, comprensión, apoyo y que demuestre estar al control de la situación. Por el contrario, pierde el interés de contarnos sus cosas o buscar consejo si se le habla a gritos con frecuencia.
- Los gritos disminuyen la autoestima en los niños. Los niños que le gritan constantemente creen que nunca están a la altura, hagan lo que hagan, sin importar sus esfuerzos o pequeños logros, aparecen las riñas y los gritos, así que, terminan sintiéndose menos que los demás.
Educar sin gritar:
Gritar es una forma violenta de relacionarnos con nuestros hijos. Es una forma primitiva de hacer valer nuestra autoridad, pero en realidad desgasta la relación, nos aleja de ellos, perdemos credibilidad.
Gritar no es un método educativo, sólo saca a la luz nuestra falta de dominio propio y nuestra incapacidad para manejar una situación.
Con estos argumentos no pretendo condenar a nadie, sólo tener claro el daño que causamos a nuestros hijos al recurrir constantemente a los gritos y que te pienses dos veces antes de soltar el grito
¿En verdad al gritarles vas a generar que coopere? ¿Quieres que te obedezcan sólo por miedo?
Todo cambio de conducta, empieza por un cambio de actitud ¡podemos hacerlo mejor!
© 2017 Educar sin gritar. Escuela de padres. Educapeques
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Licenciado en Ciencias Biológicas con más de 30 años de experiencia en educación como docente en el Centro de formación ACN y creador de Blogs educativos: educapeques.com, educayaprende.com, escuelaenlanube.com, docenciaparalaformacionenelempleo.es. Actualmente imparto cursos de formación profesional en la Academia de Valdepeñas
Gracias por la teoria. Que bueno seria que estos articulos sean tambien formativos para los padres y nos regalen algunas estrategias para mejorar en estos aspectos.
Muy bueno para reflexionar nuestras actitudes con los peques e ir cambiando este recurso, pero también puedes continuar apoyándonos compartiendo consejos, para ni llegar al los gritos sería estupendo!!!!♡♡